Primera Parada: La Madre Patria

Eshpaña y losh eshpañolesh: El 18 de julio pisamos Madrid. La verdad que no me hacía mucha gracia entrar por España. Tengo que confesar que así como algunas personas tienen sus problemas con nuestros vecinos chilenos, yo tengo mis diferencias con los españoles, tal vez por el tema de la conquista... antes de este viaje siempre había deseado que en vez de españoles hubiera sido ingleses nuestros conquistadores (para tener colonizadores en vez de saqueadores)... pero luego del viaje podríamos decir que mi mente ha cambiado BASTANTE respecto a este tema. Bueno. En alguna guía turística leí que el hobby de losh eshpañolesh es del de discutir hasta por las puras arvejas! Y creo que estaba en lo cierto: Stefan pasó rapidito la cola de migraciones (al poseer pasaporte europeo). Yo tenía que hacer una colaza inmensa, como buena cholita. Mientras esperaba mi turno, vi un cartel enorme (pero muy mal ubicado, o sea que pocos lo podían leer) que decía: "Si tiene vuelo de conexión inmediato, vaya a la fila número tal". Cuando por fin me tocó ser atendida, me percaté de que el guarda miraba por encima de mi hombro: había una mujer - obviamente no española - que se había adelantado hasta donde yo había estado parada y desde ahí le decía al guarda: "Tengo vuelo en 20 minutos!". El tipo, en lugar de indicarle (como decía el cartel): "Vaya a la fila tal", le gritoneó: "Primero pida permisho a lash pershonash de la fila. Y shi ellosh azeptan, yo la atiendo". "Pero tengo conex..." "PIDA PERMISHO! A TODA LA FILA!!!!", y plaf! me selló el pasaporte y llamó al siguiente (obviando a la mujer, que se fue corriendo a otro sitio). Qué tal bienvenida a la madre patria!

El tiempo esh oro ?: Barajas es uno de los aeropuertos más grandes del mundo, y esto lo pudimos ver al tratar de encontrar la sección de custodia para dejar nuestras maletas (no estaba donde supuestamente debía estar), y de ahí teníamos que caminar un montonón cambiando de terminales para llegar a la estación del tren que nos llevaría hacia el centro.... creo que en estas dos cosas nos demoramos casi tanto como en la cola de migraciones. Para colmo en custodia me crucé con otro ejemplar de español, que iba conforme a mis prejuicios (otro que le gustaba discutir e imponerse). Por fin tomamos el metro... fue un alivio estar en él, moviéndonos a gran velocidad para por fin saludar a Mayito.

¡Qué calor! La pobre Mayito nos esperaba hacía dos horas en Príncipe de Vergara, fue un gustazo reencontrarla después de tantos meses de su partida. Hemos caminado un montón por la ciudad, tomando foto aquí y foto allá, mientras que nos íbamos deshidratando por el sofocante calor. Además algo extraño había pasado : o mi pie había crecido media talla entre Lima y Madrid, o simplemente el zapatero me achicó la bota al haber arreglado la suela. La cosa es que sentía cómo poco a poco iban naciendo unas ampollitas en mis machacados pies.

Hambre y sed: La sed iba en aumento geométrico a medida que pasábamos la arquitectura tan alucinante de esta ciudad... Por fin, delante de la catedral de la Almudena atacamos el primer kiosco. Nos sentíamos cual beduinos llegando al oasis. (Claro que era un oasis valuado en euros... pero esto ahora era lo de menos! Realmente fueron muy bien invertidos). Mayito había reservado una mesa en un restaurante céntrico. Así que nos fuimos allá. ¿Y qué había? Una deliciosa PAELLA!!!! (y otros platos más). Pero no sé cómo los españoles no son obesos con todo lo que sirven! Supuestamente la paella era sólo la entradita. Faltaba el segundo y el postre, y la verdad es que ya no jalaba para el postre, ni con el estómago, ni con los ojos (me entró un sueño fatal, producto de las desveladas previas y el jet lag).

Cuasidivorcio: Luego de un par de souvenirs de la tierra de los toros, Mayito bien buenagente nos acompañó al aeropuerto (para que no nos perdiéramos) y de ahí ya nos despedimos, quedando en reencontrarnos en Lima, a donde ella iría en unas semanitas más. Así que hicimos nuestra colita en el counter de Easy Jet, pasamos rumbo a la sección de las salas de embarque, no veíamos las horas de subir al avión para echar un sueñito...........
Mas resulta que ni siquiera sabíamos dónde esperar: todavía no nos habían designado sala de embarque. Nos sentamos por ahí nomás. Stefan aprovechó para ir al ñoba. A mí se me cerraban más y más los ojos - rogaba a todos los santos no quedarme dormida, porque a lo mejor se choreaban mi equipaje! Por fin regresó Stefan y me tocó ir al baño. Entonces cuando regreso... ya no estaba él, ni las maletas.... sólo mi mochilita en la silla donde estaba sentada. ¿Qué? ¿Guát? ¿Cómo? "Ah, seguro me está jugando una broma y debe estar escondido por ahí, riéndose de mi cara de sorpresa". Entonces miré por todas partes pero no hallé a Stefan... perfecto argumento para una película de intriga... luego de caminar varios metros me lo encontré bien parado chequeando unas pantallas, con el resto de maletines de mano. "Tienes mi mochila?" le pregunté, a lo que él empezó a buscar por todas partes medio palteado. Entonces dije: "La tenías..." y entregándosela agregué "... ahora la tienes". Parece que por el color oscuro de la mochila que no contrastaba con lo oscuro de los sillones, no se dio cuenta y pensó que yo me había llevado la mochila!!!

De haberla perdido, se habrían ido con ella: nuestros pasaportes, boarding passes, demás papeles de reservas de viajes y hoteles, plata, tarjeta de crédito, etc.... ¿Te imaginas el titular? "No pudieron llegar al Jamboree por culpa de una mochila!"

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